Para los migrantes del sur, el infierno está en Oaxaca

Chahuites, Oaxaca.- “¡Calla a la niña!”, gritó desesperado uno de los tres asaltantes a Mervin Javier, hondureño de 25 años. Katerin Anahí lloraba asustada por los gritos de los sujetos armados que amenazaban a su hermano, su padre y cuatro migrantes más en el tramo Los Corazones-Chahuites, considerado por el Movimiento Migrante Mesoamericano (MMM) como la puerta del infierno para el migrante en Oaxaca.

El llanto incontrolable de la hondureña de dos años alteró al ladrón y éste apuntó su arma al padre, quien como pudo apretó a la niña contra su cuerpo intentando calmarla, mientras sus compañeros eran desnudados para robarles lo poco que traían escondido en la ropa interior.

“Nos salieron al paso después de que caminamos como seis horas a la orilla de las vías. Eran tres y nos metieron a una casa. Mi hija lloraba, el ‘bato’ cargó su arma y me apuntó, me dijo que callara a la niña. Nos desnudaron y nos quitaron todo lo que traíamos”, narró Mervin Javier Oviedo Reyes, originario del departamento de Yoro, en Honduras.


Después del asalto, Mervin y sus dos hijos menores de edad avanzaron otras seis horas más por veredas y matorrales espinosos, siguiendo la línea del tren, hasta llegar al primer refugio para migrantes que existe en Oaxaca, el Centro de Ayuda Humanitaria a Migrantes, una extensión en el municipio de Chahuites del albergue Hermanos en el Camino, que fue fundado por el padre Alejandro Solalinde Guerra en Ciudad Ixtepec.

En el refugio, Mervin Javier Oviedo Reyes y sus hijos Katerin Anahí y Justin Javier Oviedo García, de dos y cuatro años de edad, respectivamente, esperan desde hace 15 días que el gobierno mexicano les otorgue la visa humanitaria a la que son candidatos por ser víctimas de delito, según la Ley de Migración.

Mervin recuerda que salió de su patria el pasado lunes 11 de agosto con sus hijos, después de que su esposa lo dejara solo con sus hijos.

“Ella me abandonó con los niños, porque no podía dejar las drogas, así que salí como pude con ellos hacia Los Ángeles. Allá tengo una hermana que nos puede ayudar a mejorar la vida, pero tuvimos mala suerte, nos asaltaron. Como denuncié, ahora tengo que esperar para ver si me dan la visa”, explicó el joven mientras intenta dar de comer a sus hijos en una pequeña banca de madera.
Mervin y casi 300 migrantes centroamericanos han sido asaltados en este 2015 en el tramo Los Corazones–Chahuites, considerada la zona más peligrosa en Oaxaca, ya que tanto autoridades como activistas reconocen la existencia de dos puntos de alta peligrosidad para los migrantes, donde son asaltados, vejados, violados y secuestrados.

En un recorrido que realizó EL UNIVERSAL con el coordinador del Movimiento Migrante Mesoamericano, Rubén Figueroa, se identificaron los puntos La Tembladera y El Basurero como dos espacios de tragedia humanitaria para quienes pasan la frontera sur.

El migrante centroamericano camina de Arraiga, Chiapas, a Chahuites, Oaxaca, siguiendo las vías del tren, alrededor de 38 kilómetros. Muchos lo recorren hasta en 20 horas.

El primer punto de asalto después de al menos 10 horas de camino, de Arriaga a Los Corazones, agencia de Chahuites, es conocido por los pobladores como El Basurero o Rancho El Escopetazo, como lo identifica el agente del Ministerio Público encargado de la Fiscalía de Atención al Migrante, Marcelino Benítez.

Este basurero se localiza en la vieja carretera federal Panamericana ya intransitable y en donde los vecinos de Los Corazones depositan sus desechos sobre la carpeta asfáltica. Es un tiradero a cielo abierto donde es común ver a pepenadores. Esta carretera se corta por La Línea, como identifican los migrantes a las vías.

En este punto, completamente enmontado y abandonado, se tiene identificado a un grupo de asaltantes de tres personas de la comunidad de Chahuites, quienes con armas y machetes asaltan a los migrantes y los despojan de sus pertenencias.

El segundo punto está a unas horas más caminando, 15 minutos en vehículo. Se le conoce como La Tembladera por un puente que pasa por encima de la carretera Costera 200. De este punto a Chahuites al migrante aún le faltan 19 kilómetros por caminar.

Es un camino de terracería que lleva a ranchos de la zona. Para llegar aquí se recorren 800 metros de la carretera federal número 200 hacia adentro.

En una bifurcación cubierta de árboles y matorrales espinosos, otro grupo de asaltantes, también de tres integrantes armados, siempre esperan escondidos a las víctimas. Estos ya fueron identificados por la autoridad como habitantes de Los Corazones.

En La Tembladera aún se pueden encontrar tenis, calcetines y ropa tirada entre los arbustos y cercos de los ranchos. En el lugar los asaltantes desnudan a los migrantes y los revisan hasta la ropa interior para arrebatarles el poco dinero que traen oculto.

“Las mayores agresiones son los asaltos. Muchas veces son desnudados por los asaltantes. El migrante acostumbra guardar su dinero dentro de la ropa interior. Los agresores utilizan machetes, algunos más pistolas o escopetas”, explicó el fiscal migrante, Marcelino Benítez.

Denuncias.
En ocho meses se tienen 91 denuncias o legajos de investigaciones de agresiones a 273 migrantes en los dos puntos, donde muchos de los asaltos se dan a grupos de tres a cuatro migrantes, según Marcelino Benítez, funcionario de la Procuraduría General de Justicia del Estado de Oaxaca (PGJO).
Para Figueroa, a un año y dos meses de la entrada en vigor del Programa Federal Frontera Sur, sólo se ven los estragos de una errada y deshumanizada política migratoria, que ha llevado a la ruta Chiapas-Oaxaca a ser escenario de una tragedia humanitaria.

En este lapso, dijo el defensor de derechos humanos, el flujo migratorio por tren disminuyó hasta un 75%, pero aumentó ese mismo porcentaje en nuevas rutas de alta peligrosidad, en donde los migrantes sufren asaltos, secuestros y violaciones sexuales.

También aumentó el tráfico de personas, pero también se incrementaron los precios del traslado, que pasaron de 6 mil 500 dólares por persona a 9 mil dólares el viaje, y automáticamente también se dispararon los asaltos en los límites de Chiapas y Oaxaca.

En los primeros meses de 2015, de cada 10 migrantes que llegaban al día al refugio de Chahuites, siete eran asaltados, a comparación de 2014, cuando se registraban apenas uno o dos asaltos al mes, y en ocasiones era hasta uno cada dos meses.

Los más afectados de este programa en los estados donde se activa con mayor fuerza (Chiapas, Oaxaca, Veracruz y Tabasco) son los que no pueden pagar un “coyote” o un traficante para cruzar el país.

Los que utilizan los caminos alternos a las vías del tren son los desplazados de los países centroamericanos, los que huyen de la violencia y la pobreza, y representan el 70% del flujo migratorio que entra diariamente a México por las dos rutas.

De acuerdo con el Movimiento Migrante Mesoamericano, se mantiene el flujo migratorio que va de 800 a mil personas que cruzan la frontera, tanto por el Golfo (Tabasco-Veracruz) como por el Pacífico (Chiapas-Oaxaca). (El Universal)
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