El lastre de Pemex
Los problemas de Pemex parecen nunca acabar. En medio del desplome de los precios internacionales del petróleo, recortes presupuestales y la necesidad de competir por primera vez con empresas extranjeras, la petrolera no encuentra una solución para reducir su gasto laboral.
La empresa productiva del Estado es calificada por expertos en la industria como demasiado grande e ineficiente debido, en gran parte, a que sus trabajadores sindicalizados gozan de tantos privilegios que es prácticamente imposible despedirlos.
A esto se le debe agregar una relativa baja edad de jubilación de 55 años con un requisito de 30 años de antigüedad. Al abandonar la empresa, estas personas gozan de su sueldo casi íntegro y otras prestaciones como gasolina, gas y canasta básica.
El gasto que realiza Pemex en estos beneficios representa una tercera parte de su pasivo laboral, el cual asciende a poco más de 1.5 billones de pesos, según lo últimos datos publicados.
La empresa estatal parece que no tiene ninguna opción para reducir este costo. Después de que a principios de año anunció que cancelaría las plazas de los trabajadores que se jubilaran para no perjudicar a los obreros, el sindicato argumentó que esas plazas son suyas y no de Pemex para suprimirlas.
En otras palabras, no sólo Pemex está casi incapacitado para despedir personal, si no que el sindicato lo obliga a contratar trabajadores aún y cuando no los necesita.
El Sindicato de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana (STRPM), que lidera el senador priísta Carlos Romero Deschamps, amenaza con emplazar a una huelga generalizada si se modifica alguno de los privilegios de su contrato, aún y cuando estos llevan años sin ser sostenibles.
Pemex y el sindicato acordaron una prórroga para solucionar sus diferencias sobre el contrato colectivo de trabajo que vence hoy. Si no llegan a un acuerdo, los dirigentes del STRPM afirmaron que iniciarían una huelga.
Problema de fondo
El conflicto entre Pemex y el STRPM se profundizó hace unos meses cuando la empresa anunció que esperará a que se jubilen empleados para cancelar sus plazas y reducir la planta. En total, se espera que en los próximos 10 años se jubilarán casi 20 mil empleados.
Las últimas cifras oficiales apuntan que Pemex cuenta con alrededor de 153 mil empleados en su fuerza laboral. De estos, el 80 por ciento es miembro del sindicato de Romero Deschamps.
Entre los beneficios que gozan los sindicalizados se encuentra el derecho de otorgar su plaza como herencia, o al mejor postor, una vez que se retiren de la empresa. Esto otorga un gran poder al sindicato que puede negociar puestos.
La posible cancelación de las plazas provocó fuertes reacciones por parte del sindicato que a finales de mayo emplazó a huelga, la cual, debió iniciar el 1 de agosto próximo si no se hubiera pactado una prórroga.
A pesar de las protestas de este grupo, Pemex está cada vez más presionado por la situación financiera. Las principales empresas petroleras del mundo han replanteado sus modelos de negocio a mediano y largo plazo.
Por cuestiones de rentabilidad, la reducción de personal es uno de los primeros rubros que estos negocios modifican.
Un registro realizado por Bloomberg muestra que se han anunciado más de 100 mil despidos en la industria alrededor del mundo desde que los precios comenzaron a caer.
Más allá del sindicato
Actualmente Pemex enfrenta una tormenta perfecta en la que su pasivo laboral tan sólo representa la punta del iceberg.
El desplome del precio del petróleo mantiene el barril de Mezcla Mexicana alrededor de los 40 dólares y analistas concuerdan que este fenómeno durará varios años debido a la gran oferta de crudo que tiene el mercado. A esto se le suma una caída constante en la producción y recortes de inversión.
En los últimos dos años, Pemex redujo en un 54 por ciento la operación de equipos de perforación en campos de exploración y desarrollo, reporte el diario El Norte.
Gran parte de estos problemas se esperaba que fueran solucionados por la apertura energética de la reforma.
Sin embargo, hasta el momento la respuesta de los inversionistas no ha sido la adecuada para revertir los problemas.
La industria petrolera a nivel mundial vive una época de recortes y presiones por la caída del precio del crudo, lo que significa malas noticias para el presupuesto gubernamental que depende una tercera parte de los ingresos que genera Pemex.
(Reporte Indigo)
La empresa productiva del Estado es calificada por expertos en la industria como demasiado grande e ineficiente debido, en gran parte, a que sus trabajadores sindicalizados gozan de tantos privilegios que es prácticamente imposible despedirlos.
A esto se le debe agregar una relativa baja edad de jubilación de 55 años con un requisito de 30 años de antigüedad. Al abandonar la empresa, estas personas gozan de su sueldo casi íntegro y otras prestaciones como gasolina, gas y canasta básica.
El gasto que realiza Pemex en estos beneficios representa una tercera parte de su pasivo laboral, el cual asciende a poco más de 1.5 billones de pesos, según lo últimos datos publicados.
La empresa estatal parece que no tiene ninguna opción para reducir este costo. Después de que a principios de año anunció que cancelaría las plazas de los trabajadores que se jubilaran para no perjudicar a los obreros, el sindicato argumentó que esas plazas son suyas y no de Pemex para suprimirlas.
En otras palabras, no sólo Pemex está casi incapacitado para despedir personal, si no que el sindicato lo obliga a contratar trabajadores aún y cuando no los necesita.
El Sindicato de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana (STRPM), que lidera el senador priísta Carlos Romero Deschamps, amenaza con emplazar a una huelga generalizada si se modifica alguno de los privilegios de su contrato, aún y cuando estos llevan años sin ser sostenibles.
Pemex y el sindicato acordaron una prórroga para solucionar sus diferencias sobre el contrato colectivo de trabajo que vence hoy. Si no llegan a un acuerdo, los dirigentes del STRPM afirmaron que iniciarían una huelga.
Problema de fondo
El conflicto entre Pemex y el STRPM se profundizó hace unos meses cuando la empresa anunció que esperará a que se jubilen empleados para cancelar sus plazas y reducir la planta. En total, se espera que en los próximos 10 años se jubilarán casi 20 mil empleados.
Las últimas cifras oficiales apuntan que Pemex cuenta con alrededor de 153 mil empleados en su fuerza laboral. De estos, el 80 por ciento es miembro del sindicato de Romero Deschamps.
Entre los beneficios que gozan los sindicalizados se encuentra el derecho de otorgar su plaza como herencia, o al mejor postor, una vez que se retiren de la empresa. Esto otorga un gran poder al sindicato que puede negociar puestos.
La posible cancelación de las plazas provocó fuertes reacciones por parte del sindicato que a finales de mayo emplazó a huelga, la cual, debió iniciar el 1 de agosto próximo si no se hubiera pactado una prórroga.
A pesar de las protestas de este grupo, Pemex está cada vez más presionado por la situación financiera. Las principales empresas petroleras del mundo han replanteado sus modelos de negocio a mediano y largo plazo.
Por cuestiones de rentabilidad, la reducción de personal es uno de los primeros rubros que estos negocios modifican.
Un registro realizado por Bloomberg muestra que se han anunciado más de 100 mil despidos en la industria alrededor del mundo desde que los precios comenzaron a caer.
Más allá del sindicato
Actualmente Pemex enfrenta una tormenta perfecta en la que su pasivo laboral tan sólo representa la punta del iceberg.
El desplome del precio del petróleo mantiene el barril de Mezcla Mexicana alrededor de los 40 dólares y analistas concuerdan que este fenómeno durará varios años debido a la gran oferta de crudo que tiene el mercado. A esto se le suma una caída constante en la producción y recortes de inversión.
En los últimos dos años, Pemex redujo en un 54 por ciento la operación de equipos de perforación en campos de exploración y desarrollo, reporte el diario El Norte.
Gran parte de estos problemas se esperaba que fueran solucionados por la apertura energética de la reforma.
Sin embargo, hasta el momento la respuesta de los inversionistas no ha sido la adecuada para revertir los problemas.
La industria petrolera a nivel mundial vive una época de recortes y presiones por la caída del precio del crudo, lo que significa malas noticias para el presupuesto gubernamental que depende una tercera parte de los ingresos que genera Pemex.
(Reporte Indigo)
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